jueves, 27 de enero de 2011

La Ciencia apuesta por la Paz

LA CONCIENCIA DE LA CIENCIA

La comunidad científica sabe que la actividad científica debe desarrollarse libremente en la búsqueda de la verdad, pero a su vez, debido al desarrollo vertiginosos de la ciencia y de la técnica, debe tener en cuenta las consecuencias que pueden derivarse de la aplicación de sus descubrimientos.
       
        La explosión de las primeras bombas atómicas en la Segunda Guerra Mundial, supuso un duro golpe para los sueños de inocencia y pureza de la ciencia. El propio Einstein, había escrito una carta al presidente americano Roosevelt para que se iniciaran los trabajos de investigación para obtener la bomba atómica antes que los nazis, lo que dio lugar al llamado Proyecto Manhattan, en el que la avanzada ciencia del átomo se ponía al servicio de la máxima destrucción humana.

        Tras la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki (1945), los científicos se alarmaron y reconocieron las posibilidades perversas de algunos de sus trabajos y empezaron a tomar conciencia de que sus investigaciones tenían que ir necesariamente unidas a una responsabilidad moral.

        J.R. Oppenheimer, director del laboratorio de Los Álamos, donde se realizó el Proyecto Manhattan, escribió:

        “Los físicos sentimos una responsabilidad especialmente íntima por haber sugerido, apoyado y, al fin, haber logrado la realización de armas atómicas. No podemos olvidar que dichas armas, puesto que fueron en efecto utilizadas, representaron de manera tremendamente despiadada la inhumanidad y la maldad de la guerra moderna. En un sentido un tanto rudimentario, los físicos han conocido el pecado; y éste es un conocimiento del que no pueden desprenderse”.
       
        El propio Einstein reconoció la responsabilidad moral del científico dadas las proporciones que había adquirido el desarrollo de la energía nuclear: “ la guerra moderna, la bomba atómica y otros descubrimientos se nos presentan no como un problema de física, sino de ética”.

        El 18 de agosto de 1945, Bertrand Russell publica en el Glasgow Forward un primer comentario  sobre las armas atómicas:

        “ la perspectiva de la raza humana se ha oscurecido más allá de cualquier precedente. La humanidad se enfrenta a una clara alternativa: O bien morimos todos o bien adquirimos un ligero grado de sentido común. Un nuevo pensamiento político será necesario si se quiere evitar el desastre final”

        En los años siguientes, Russell y Rotblat, el único científico que abandonó el Proyecto Manhattan por cuestiones morales, y colaborando con Einstein y otros científicos constituyeron el Manifiesto Russell-Einstein, alarmando sobre la peligrosidad de la proliferación del armamento nuclear y solicitaban a los líderes mundiales buscar soluciones pacíficas. En este manifiesto la comunidad científica a una conferencia donde se pudiesen tratar los peligros de las armas de destrucción masiva. Es el comienzo de las Conferencias de Pugwash. En 1995 le fue concedido el Premio Nobel d el Paz, en partes iguales al Movimiento Pugwash y al Presidente de su Consejo, el profesor Joseph Rotblat. Éste, al recibir el premio dijo: “ Recordad vuestra humanidad y olvidad el resto” . Concluyó recordando que “el valor básico es la vida misma; el más importante de los derechos humanos es el derecho a vivir. Es el deber de los científicos ver que, a través de su trabajo, la vida no será puesta en peligro sino asegurada y su calidad realzada”.

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